Líderes o delegados de más de 100 países, que albergan el 85% de los bosques del mundo, no solo prometieron frenar y revertir la deforestación en esta década sino además reducir en un 30% la emisión de metano para el 2030, en la cumbre de la Conferencia del Clima de la ONU, COP26, que se lleva a cabo en la ciudad escocesa de Glasgow, en Reino Unido.
Mientras todo el mundo multiplicó sus advertencias sobre el apocalíptico impacto del cambio climático para la vida en la Tierra, en el inicio de la cumbre mundial sobre clima más importante en años, la presidencia británica se anotó su primer éxito: un acuerdo para detener la deforestación en 2030, a partir de 19.200 millones de dólares de fondos públicos y privados.
El anuncio, que el primer ministro Boris Johnson intentó mostrar como «un compromiso sin precedentes, que pondrá fin a la larga historia de la humanidad como conquistadora de la naturaleza», fue rechazado sin embargo por organizaciones ambientalistas, que juzgan que el acuerdo significa otra década de «destrucción forestal».
«Países que abarcan desde los bosques septentrionales de Canadá y Rusia hasta las selvas tropicales de Brasil, Colombia, Indonesia y la República Democrática del Congo respaldarán la Declaración de los Líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la tierra», detalló la Presidencia del encuentro en un comunicado.
La lista de más de cien firmantes congrega a países cuestionados por su falta de políticas para el área, como Brasil, Rusia y China, junto a naciones como Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos y la Unión Europea, que «reúnen en conjunto el 85% de los bosques del mundo, una superficie de 33,6 millones de km2», según el texto.
El anfitrión del evento, Johnson, comparó el calentamiento global con un «dispositivo del día del juicio final» adosado al cuerpo de la humanidad, mientras que el presidente estadounidense, Joe Biden, sostuvo que nadie «podrá escapar a lo peor» si no se toman enérgicas medidas esta misma década.
A su turno en el podio, el secretario general de la ONU, António Guterres, señaló ante los jefes de Estado y de Gobierno que los seres humanos estamos «cavando nuestra propia tumba» y que «es hora de decir basta» y «salvar a la humanidad» del daño irreparable que este ritmo de cambio climático causará en la naturaleza y la humanidad.
Las negociaciones sobre clima en la ONU, que llegan tras ser canceladas el año pasado por el coronavirus, buscan resolver las cuestiones que quedaron pendientes desde el Acuerdo de París de 2015, cuando más de 190 países acordaron impedir que el calentamiento global supere este siglo los 1,5°C respecto de los niveles preindustriales.
El mundo ya se calentó más de 1,1°C, y las proyecciones actuales basadas en los planeados recortes de emisiones de gases para la próxima década indican que se calentará 2,7°C. para el año 2100.
La cantidad de energía liberada por tal calentamiento del planeta derretirá gran parte de los hielos del mundo, elevará el nivel de los mares y hará más probables fenómenos climáticos extremos, han advertido los expertos.
El anuncio sobre la deforestación a partir de 2030, sin embargo, fue rechazado por organizaciones como Greenpeace, a través de su directora ejecutiva, Carolina Pasquali, que puso al presidente Jair Bolsonaro, ausente en la COP26, en el centro de la escena: «Hay una muy buena razón por la que se sintió cómodo firmando este nuevo acuerdo y es que esto permite otra década de destrucción forestal y no es vinculante».
Luego sumó un éxito el presidente estadounidense Biden, quien junto a la Unión Europea (UE), anunció un plan internacional para controlar las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero relegado a veces en un debate centrado sobre todo en las emisiones de dióxido de carbono.
«El metano es uno de los gases que podemos reducir más rápidamente», subrayó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien además recordó que este gas es responsable de «cerca del 30%» del calentamiento global desde la revolución industrial»
A su turno, Biden afirmó: «Reducir nuestras emisiones de metano lo más rápido posible es una de las cosas más importantes que podemos hacer en esta década decisiva para cumplir con la meta de impedir que la temperatura global suba más que 1,5°C este siglo».
El metano es un potente gas de efecto invernadero que siempre quedó a la sombra del dióxido de carbono (CO₂), el principal de los precursores del calentamiento, pero en la lucha climática internacional se están intentando impulsar también compromisos concretos contra él.
Según el último informe del IPCC -el panel internacional de expertos encargados de sentar las bases científicas sobre el cambio climático-, el metano es responsable del 25% del aumento de la temperatura global registrado en el planeta desde la era preindustrial. Y sus niveles no pararon de aumentar en los últimos dos siglos.
Por otra parte, el 23% de las emisiones mundiales de CO2 proceden de actividades como la tala, la deforestación y la agricultura y 1.600 millones de personas -casi 25% de la población mundial- dependen de los bosques para su subsistencia.
El compromiso de «detener y revertir la deforestación y la degradación de la tierra para 2030» incluye un «paquete de compromisos económicos y políticos sin precedentes», aseguró el gobierno británico.
Estas medidas se apoyarán en un fondo de 12.000 millones de dólares de dinero público aportado por 12 países entre 2021 y 2025, más 7.200 millones de dólares de inversión privada por parte de más de 30 instituciones financieras mundiales, incluidos gigantes como Aviva, Schroders y Axa.
Otros 28 gobiernos que representan el 75% del comercio mundial de productos básicos clave que pueden amenazar los bosques -como el aceite de palma, el cacao y la soja- deben firmar otra declaración comprometiéndose a reducir la presión sobre los bosques, apoyando a los pequeños agricultores y mejorando la transparencia de las cadenas de suministro.
Otro de los objetivos del encuentro es que las naciones ricas ratifiquen el nuevo plazo del año 2023, anunciado la semana pasada, para cumplir con su promesa de dar 100.000 millones de dólares anuales a los países pobres y más vulnerables al cambio climático, algo que se habían comprometido a hacer en 2020, pero que no hicieron.
En la cumbre hubo grandes ausentes, como el presidente Xi Jinping, de China, el mayor emisor de gases contaminantes, y sus pares de Rusia, Vladimir Putin, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que canceló a última hora; ni el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ni el brasileño Jair Bolsonaro, de América Latina.